domingo, 27 de noviembre de 2011

TORTURA ANIMAL



Abre tu mente.
Tan solo te pido que hagas esto.
¿Todavía no me has visto? Estoy aquí, a tu lado, mírame, pertenezco a la especie del reino animal y aullando mi dolor he venido arrastrándome hoy hasta aquí para clamar justicia, consuelo y una chispa de humanidad, durante mucho tiempo el sufrimiento ha sido mi único alimento y mientras lamo mis heridas bebo de mis propias lagrimas y hoy, he venido hasta aquí para por si acaso todavía te queda una pizca de corazón sientas en ti mismo que yo también soy capaz de sentir, de pensar, de llorar, soy un ser racional, como tú, entonces ¿Por qué me haces esto?, ¿Por qué me lastimas así?, porque me maltratas, me humillas, me mueles a palos, me golpeas hasta la extenuación, ¿Por qué me torturas así?, por qué  me abandonas en esa fría cuneta y sigues tu camino, así, sin mas ¿Es que no me ves que tiemblo de miedo  y de dolor? ¿Por qué en vez de experimentar en mi propio cuerpo no experimentas en tu propia piel para así experimentar y sentir de primera mano todo mi sufrimiento y mi inesperado dolor? Y es esta pena que me embarga la que me envuelve por dentro, la que me roba todo el aliento, la que sin querer ser es mi única esperanza de vida, la verdadera, la tuya y la mía, la nuestra.
Abre tu mente.
Esta hoja de vid desgajada, desprendida de las ramas de una parra que al arrullo de este viento ha venido hoy hasta aquí inesperadamente se ha caído en el espacio interno de tus entreabiertas manos, dentro de esta hoja de la vid, a fuego, marcado a golpes con hierro candente está escrito el estigma de mi dolor, embrutecido, adormecido, dolor desesperado que tu nunca quisiste escuchar, nada te importe jamás, ¡para que!, nunca quisiste hacer nada para mitigar este sufrimiento ancestral y es él y no yo el que te corroe por dentro, el que no te deja vivir, pero el tiempo de ser escuchado ha llegado ya, ha llegado ya el momento de expresarme para hacerme oír, de gritarle a los cuatro puntos cardinales, que tu, conocedor de mi propia historia recojas de puño y letra el testimonio de esta vida indómita que me ha tocado vivir, aquí a tu lado, contigo, aunque tú nunca quisiste tenerme ¡ya lo sé!.
Con esta tristeza predominante en la mirada interior, dentro de toda esta infinitud en medio de este silencio embriagador, a horcajadas y vomitando mi propia sangre busque un lugar tranquilo donde recostarme dentro de esta hoja desgarrada desprendida de las ramas de esa vid y acurrucándome en medio de esta soledad  que me llena, que me atrapa, que me acuna y que me lleva mientras lentamente muero tengo frio, empequeñecido, insignificante, etéreamente dócil.
Abre tu mente y respira hondo.
Y ahora dime, ¿Me ves ahora?
Pertenezco a la especie del reino animal.
Pero el animal que lleva a la bestia dentro, ese, eres tú.