domingo, 21 de marzo de 2010

LA PRIMAVERA




¡Hola Mundo! soy yo, la primavera.
Al fin he despertado de un profundo e hipnótico sueño en el cual caí y adormecida me quede dentro de aquel envolvente abrazo que rodeando mi cintura arropaste entre tus brazos y al roce de aquellos labios perdí todo rastro de voluntad hasta quedar atrapada y muerta de sueño en aquellas otras estaciones que ahora a su fin ya llegan y al mundo ya despiertas sacudiéndote esta pereza y sucumbiendo los elementos a la realización de todos tus deseos.
He nacido con los primeros rayos de este cálido sol que calentando la tierra funden el hielo que empapan los campos y en ellos yo construyo castillos de arena y con arena yo hago un puente que cruzan los ríos cuando por ellos el agua que vierto por allí se desliza y al viento se mecen las amapolas que adornan la vista entre los trigales de verdes espigas que crecen tranquilas en la tierra sembrada que rompe en colores el amplio horizonte tapizando de olores los sentidos de tus sensaciones.
La primera sonrisa de la mañana es para ti, primavera.
Has despertado en la naturaleza y has alborotado las ansias de vivir de todos los pequeños grandes seres que habitan la tierra respirando contigo la calma del viento y viviendo momentos en la esencia sagrada del amplio espectro de tu efímera existencia en este periodo estacional y es por eso, que cada día, al alba, la primera respiración que hago la hago contigo cuando contigo respiro la calma del viento y saciando mi sed bebo contigo el roció que cubre el manto divino de esta flor al abrir y esta gota de agua que desprende el roció se deshace en el campo cuando resbala contigo hasta tocar el suelo y allí se estrella salpicando la tierra, es entonces cuando tiro yo en ella un barquito de papel y dejo que flote hasta donde los sueños no lo puedan alcanzar.
Los sonidos del campo estallan en melodías cuando por el campo caminas y en la primavera yo me pierdo y me cuelo contigo en el corto periodo estacional en el que habitas la tierra colmando de vida a la maturaleza que te vio nacer en aquel tranquilo amanecer cuando adormecida despiertas de tu largo letargo en aquel periodo estacional invernal.
En primavera se serena el alma.