jueves, 24 de junio de 2010

NOCHE DE SAN JUAN



Noche de San Juan, noche mística donde las haya, noche mágica por demás, noche para quemar en la hoguera de la vida, emociones, pensamientos, sentimientos y sensaciones, noche mágica de ofrendas y de deseos, de cenizas quemadas y sabiduría olvidada, de pasados recuerdos y futuras experiencias.
Noche de deseos, si, pero también noche de agradecimientos.
Es tiempo de agradecer por la vida que vivimos, por el aire que respiramos, por lo poco, o lo mucho, que tenemos, por todas esas pequeñas cosas que nos ofrece la vida día a día y que nuestras manos puedan tocar, nuestros ojos puedan ver y nuestra alma pueda poseer, noche de agradecimientos por los tropiezos recibidos y por las alegrías venideras.
Me despoje de mis ropas, desnude mi alma y nade entre la marea alta de tranquilas aguas.
En aquella bahía, sentada en la arena de aquella playa bebí el brebaje de la pócima secreta que alimenta el aliento del crepitar del eterno fuego cuando bailando un conjuro hice alrededor de aquella hoguera y allí mismo queme el sortilegio hecho de la ofrenda dada a esa luna llena que me cogió en silencio y me poseyó en secreto cuando en mis ojos su reflejo me alcanzo serena y partí con ella en busca de mi deseo mientras bailaba alrededor de aquella hoguera en esta mágica noche de San Juan.
La mágia de la vida está en las pequeñas cosas que nos ofrece la vida día a día.
Por encima de todo lo dicho y después de todo lo escrito, gracias vida.