martes, 18 de mayo de 2010

EL CUADRO DE TU SONRISA


Aquella sonrisa con sabor a risa que asomaba quieta por entre los pétalos entreabiertos de rotas nubes y lechosa bruma olía a tierra mojada, a jaras empapadas por la inmensa lluvia que por allí caía, a inmortales piedrecillas caladas por densas estrellas que cada noche se desprendían como diamantes en un anillo y rodando errantes fugaces caían por todo el suelo de este imaginario paisaje.
Dibuje en el cuadro de la memoria el bosquejo de este bosque que pinte aquella tarde cuando le robe al trueno aquel rayo y en el lienzo de tus ojos yo plasme con un dibujo.
Te regalo una nube de las que ahora mismo pasan rozando el cielo por aquí, perfilando siluetas de dibujos que se estampan desparramadas por ahí, defuminando los contornos de las sombras proyectadas por los rayos de este sol que emborronan de claroscuros el paisaje que yo invento y que ahora mismo lo pinto solamente para ti.
Atrape en una sonrisa el secreto del oráculo que escondía el boceto de tus labios y con un pincel mezcle en la paleta de tus ojos infinitos colores que salpicando el paisaje resbalan por el cuadro de tu satinada mirada, poderosamente enigmática, infinitamente etérea y de una belleza turbadoramente bella.
Bese tus ojos y abrace tus manos, entrelace en un marco el aliento de cada respiración que exhalas en cada bocanada de aire en mis diminutas alas, partí en mil pedazos la sonrisa que me regalabas y la arroje despacio por el cuadro que yo por ti pintaba, imagine un paisaje para que en el tu descansaras y tu alma cansada y tu vida errante allí reposara, entre mis alas de fantasía te acune despacio y entre mis ropas arrope tus cansados y doloridos pies cansados ya de tanto caminar vagando por ahí e hice mía la brisa calmando de deseos tus sueños por cada rincón de mi piel.
Con aquel rayo robado al trueno pinte un cuadro en mitad de un cielo estrellado y te lo regale.
Cógelo, es para ti.
Es para ti, para ese mendigo de cuerpo vagabundo y alma errante, de ojos color marfil y mirada lechosa como la bruma, que de vez en cuando, cuando se cruza conmigo por la calle, me sonríe al pasar.