Hay algo dentro de mí, algo escondido y confiado a la voluntad de los caprichos de las experiencias del día a día que sin saberlo son parte fundamental de todo el complejo mundo exterior.
Llovía el día en el que se me antojo, por fin, después de un tiempo efímero, hacer y deshacer, buscar y rebuscar, para luego volverlo a perder el reflejo intacto de mi cara en el semblante perdido del alma.
Desde el cristal de mi ventana contemple la lluvia que caía y caía y se partía en diminutas partículas de polvo de vidrio que arrastraban consigo todo el sensacional caudal de pensamientos perdidos, olvidados y encontrados en mi largo caminar por estos mundos de dios.
Como no tenía nada mejor que hacer me dedique a contemplar en silencio el suave murmullo que encierra la vida al pasar y rebusque en lo más hondo de mí ser la más pequeña reminiscencia de sentido común que adormecía aletargado invernando en los confines nerviosos de la vida al pasar.
Diríase que estaba allí, sola, ausente, perdida, mirando fijamente el reflejo de mi yo y llegado el momento me acurruque entre sus largos brazos y me dormí.
Llovía el día en el que se me antojo, por fin, después de un tiempo efímero, hacer y deshacer, buscar y rebuscar, para luego volverlo a perder el reflejo intacto de mi cara en el semblante perdido del alma.
Desde el cristal de mi ventana contemple la lluvia que caía y caía y se partía en diminutas partículas de polvo de vidrio que arrastraban consigo todo el sensacional caudal de pensamientos perdidos, olvidados y encontrados en mi largo caminar por estos mundos de dios.
Como no tenía nada mejor que hacer me dedique a contemplar en silencio el suave murmullo que encierra la vida al pasar y rebusque en lo más hondo de mí ser la más pequeña reminiscencia de sentido común que adormecía aletargado invernando en los confines nerviosos de la vida al pasar.
Diríase que estaba allí, sola, ausente, perdida, mirando fijamente el reflejo de mi yo y llegado el momento me acurruque entre sus largos brazos y me dormí.