miércoles, 14 de abril de 2010

EN AQUELLA FUENTE



Sentada en el borde de aquella fuente contemple los reflejos de luz que emanaban en pequeños charcos de agua formados en incontables agujeros que como pequeños cráteres asomaban por el roído borde en aquel pilón de aquella fuente en aquel día.
De vez en cuando, pequeñas ráfagas de viento sacudían los chorros de agua que manaban de las bocas entreabientas de estáticas oquedades en aquellos viejos caños que languidecían adormecidos dentro del incesante soniquete producido por el gorgoteo del agua al chocar contra el pilón, al roce con el viento, aquellas pequeñas gotas de agua que salpicaban el aire se volatilizaban en diminutas motitas que serpenteando el soplo del viento caían sesgadas, pulverizando de humedad a todo aquello que en su corto espacio de alcance se llegaran a encontar.
Metí la mano dentro de aquel pilón y chapoteando dentro del agua sentí el frescor que emana el placer incesante que produce romper en círculos la intensa caída del agua cuando precipitadamente, va, inexorablemente hacia un vacio seguro, amortiguado por sugerentes burbujas que aleteando hacia arriba tocan la superficie y una vez allí, explotan, fundiéndose para siempre con el resto de agua que vibra impasible mirando latente la fuerza del agua que cae dentro de aquel pilón.
A veces, el agua rebosa por el raido borde de aquel pilón en aquella fuente y es entonces, cuando se desparrama, formando en el suelo pequeños charcos que atrapan miradas, suspiros y algún que otro lamento cuando son pisados sin querer y sin querer yo quedo atrapada cuando no queriendo divagar divago sentada al borde de aquella fuente dejando pasar el rato abstraída en mis contemplaciones, imaginante de horizontes, anhelante de sueños y sintiendo la mirada perdida dentro de mis palpitantes ensoñaciones.