martes, 28 de septiembre de 2010

APUNTES DE VIAJE



Me pose en la loma de aquella imponente montaña, vidriosa, serenamente turbia, aprovechan-do las corrientes de aire tome impulso sobrevolando en círculos todo el vasto valle que se extendía como posos de café rasgando el paisaje moteando el horizonte, abrupto, resquebrajante, hendido en su interior por un lago henchido de agua de mirada color otoñal.
Visto así, desde las alturas, planeando al vuelo sin saber muy bien volar me adentre despacio en el amplio valle y tome prestada la agonizante esencia de un verano que ya casi dormitaba y uno de sus elementos al pasar, por allí se quedaba.
Sentí desde mis adentros que ya todo a mí alrededor se marchitaba cubriendo de fina lluvia las secas hojas de la arboleda que el frio otoñal a su paso desnudaba.
Desplegando las alas volaba yo a ras del agua y en la orilla de aquel lago el otoño que por allí se paseaba en sus claras aguas allí se reflejaba.
Me pose despacio en mitad de aquel lago, alce la vista y en la loma de aquella montaña libre como los pájaros allí subido estabas, porque allí era donde tú anidabas y eras tú, el que con tu mirada dentro de mis pensamientos me observaba.
Y dentro, en mis pensamientos, convertí este otoño estacional en un estado emocional, sublime, volátil, táctil, etéreo, precioso.
Precioso, visto así, desde el suelo, cubierto de hojarasca era eso lo que mis pies pisaban y esparcidos ya con la mirada los colores ocres de las hojas de los arboles por toda la arboleda, ese viento otoñal que no cesa, que sopla y que me quema y que sin darme casi cuenta me arrastra hacia un periodo estacional otoñal.